miércoles, 17 de septiembre de 2014

Barton Fink (1991)

Introducción

Analizar un guion de los hermanos Coen, de entrada, se plantea como tratar de salir de un laberinto que, muy probablemente, no tiene salida. Si por algo son conocidos, y si en algo son brillantes, es en proporcionar al cine guiones que, nadie sabe cómo ni por qué, pero resultan funcionar. Esta vez he hecho un solo visionado, con papel y bolígrafo sobre el regazo. Os dejo la línea de tiempo que he trazado. 



La revelación de un personaje

Lo que me ha gustado más respecto al personaje de Barton es cómo se va "quitando el disfraz" a medida que avanza el relato. En realidad no revela nada que no pudiéramos intuir desde el buen principio; simplemente se deja conocer, se quita las capas. 

1. Barton es un brillante guionista de obras de teatro. Todo el mundo lo reconoce menos él mismo, que sigue empeñado en ignorar las buenas críticas y en seguir escribiendo odas al "hombre común". Barton se nos presenta, así pues, como un genio humilde que prefiere trabajar en la sombra. 

2. Hacia el minuto '40 confirma lo que ya podíamos imaginar; Barton sufre, en realidad, un terrible vacío afectivo-amoroso, que queda patente cuando intenta, de forma tosca, obtener una cita con Audrey, quien ya está en una relación de pareja. "Soledad e incomprensión". Esto se subraya a menudo con la fascinación con la que el guionista observa todo el rato ese cuadro de una hermosa joven en la playa; tan acostumbrado está a vivir en la ficción. 

3. Hacia el minuto '80, Barton está completamente solo. Su amada ha muerto, su único amigo se ha largado. Le vemos llorar durante un crudo "private moment". Su vacío se transforma en desesperación

4. ¿A qué lleva la desesperación? A la perdición. Alcohol y perder los nervios durante un baile, lo cual le cuesta unos cuantos puñetazos. Además, queda patente que él no tiene ningún futuro en Hollywood.

¿Conclusión sobre el personaje? Barton no estaba preparado para salir de su burbuja (lo único que necesitaba era sentirse querido), pero entre todos le han arrastrado hacia el precipicio


Hollywood: el gran desengaño

Desde el primer momento queda claro que, en Los Ángeles, Barton es un pez fuera del agua (que, por consiguiente, se acabará ahogando). Es como si los hermanos Coen quisieran advertirnos a todos los espectadores: "oye, que todo esto no es lo que parece". 

El desengaño no viene sólo por los pocos escrúpulos del productor. Resulta que su ídolo, el famoso novelista, es en realidad un borracho machista y cascarrabias, cuyas brillantes historias las ha escrito su sumisa y encantadora mujer. Una pequeña crítica, y advertencia, acerca de la idolatría a las personas famosas o reconocidas. 

Aunque, por supuesto, el desengaño más rocambolesco viene por parte de su compañero de habitación. El tal Charlie, que llega a ser la única persona con la que Barton puede relacionarse de verdad en Los Ángeles, resulta ser un psicópata asesino perseguido por la policía. 


MacGuffin y final feliz

Los Coen juegan de forma sublime con el espectador atrayendo nuestra atención hacia la caja de las pertenencias de Charlie. Pasamos los últimos treinta minutos deseando que la abra de una vez por todas, pero nada. Al final, simplemente dice: "no sé si lo que hay ahí dentro es mío o no". Un MacGuffin en toda regla, sólo que al final del relato, en lugar de al principio. 

El final es, en realidad, esperanzador. Después de perder la cabeza en el manicomio que es Los Ángeles, Barton se encuentra a una hermosa mujer en la playa. Sólo se le ocurre preguntarle si trabaja en las películas, a lo que ella responde: "qué imbécil". Salvado. Este tipo de final amorosamente "trivial" se utiliza en muchas películas de este estilo, en las que la cabeza del protagonista da vueltas hasta estallar y salirse del universo de la historia. Véase Midnight in Paris